El la mira…
y ella toca las constelaciones con sus dedos,
el corazón emerge raudo hasta la boca,
pálpitos que retumban como campanadas de delirio
las respiraciones se afana, se agitan,
no quitan de si sus temblores.
El la mira…
y atraviesa su alma
con su lanza erguida
tan profundamente
que en un gemido inconsciente,
se entrega vencida.
el la mira…
y con sus manos la despoja
de su decencia
el éxtasis intrincado en su cabeza
que no sopesa entre el amor y la locura.
El la mira…
y la besa, con su boca de fuego llameante,
las lenguas se enlazan como culebras
entre el frenesí y la vehemencia
entre el latido y el gemido,
son presas.
Ell la mira…
y se aleja
ella lo abraza con desespero
el se aleja…se aleja…
no tiene dominio de si mismo,
ante esa boca de cereza
la besa , la saborea,
lame como un felino en celo,
cierra sus ojos ante brutal deseo.